lunes, 31 de mayo de 2021

Lecturas del día 31 de mayo de 2021

LUNES DE LA IX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Primera Semana del Salterio)


FIESTA DE LA VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA


La fiesta de la Visitación se celebraba antes de la reforma litúrgica el día dos de julio y se trasladó al día de hoy, entre la Anunciación y el nacimiento de Juan el Bautista, para adaptarla mejor a la narración evangélica según Lucas. La Orden de los Frailes Menores celebraba esta fiesta en el siglo XIII y el Papa Urbano Bonifacio IX (1390) la extendió a la Iglesia Universal. El día es también una concesión legítima a la piedad popular que dedica el mes de mayo a la Madre de Dios. El acento litúrgico está puesto más en la “liturgia de júbilo y de alabanza” que en la conmemoración de los acontecimientos de la venida del Señor (más propio del Tiempo del Adviento). Hoy es el día del Magnificat: la Iglesia es asociada a María, que proclama las maravillas de Dios. Al mismo tiempo, recuerda que el Señor visita siempre a su Iglesia en la asamblea reunida, cuando celebra los Santos Misterios. Allí se ejerce la maternidad de la Santa Madre Iglesia: en sus sacramentos.

La bella oración de postcomunión lo expresa de manera admirable: “Que tu alegría te glorifique, Señor, por todas las maravillas que has hecho con tus hijos; y así como Juan Bautista exultó de alegría al presentir a Cristo en el seno de la Virgen, haz que tu Iglesia lo perciba siempre vivo en este sacramento”. La prontitud (la prisa) de María en el camino que sube de Nazaret a Ain Karem recuerda los versos del Cántico Espiritual de san Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura, vestido los dejó de su hermosura”. La liturgia de hoy es de alabanza, de júbilo, de fiesta. Con razón el Oficio es festivo. Anotamos una simple curiosidad litúrgica en honor de la Iglesia de Francia que ama a la Madre de Dios y contempló con enorme tristeza el incendio de la histórica catedral: hoy se celebra la dedicación de Notre-Dame de París.

Este año se proclama el texto de Sofonías: la hija de Sión es prototipo de la Madre de Dios, que cual arca de la Alianza, se traslada junto a su pueblo. La hija de Sión, Jerusalén, la esposa, son sólo figuras de María: ella es el verdadero templo de dios, que lleva en su seno al Verbo de Dios hecho hombre, el Emmanuel. El “Cántico de Isaías” (un salmo fuera del salterio) intensifica el mismo tema y anticipa el gozo del Magnificat. Con este trasfondo Lucas escribe el relato. La Visitación es casi la litúrgica del Arca. El grito de Isabel, el gozo en el Espíritu Santo, Juan que en el seno de su madre ya tiene prisa para ser el precursor, el abrazo exultante de las dos mujeres… todo como símbolo del encuentro ente la antigua y la nueva Alianza. Los títulos marianos: la Madre de Señor y la bienaventurada en la fe. La Iglesia se asocia a María en el cántico del Magnificat, éxtasis de la alabanza y de la humildad de la sierva de Dios. El Magnificat ha sido llamado con razón: “éxtasis del corazón”, “éxtasis de la humildad” y “éxtasis del amor y de la alegría”.


Me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es Santo.


¡Paz y bien!

& Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. (Rom. 12, 9-16b) 

«Compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad»


& Lectura de la profecía de Sofonías (Sof. 3, 14-18) 

«El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti»


& Salmo Responsorial (Is. 12, 2-6) 

«Es grande en medio de ti el Santo de Israel»


X Lectura del evangelio según san Lucas. (Lc. 1, 39-56) 

«¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?»


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domingo, 30 de mayo de 2021

Lecturas del día 30 de mayo de 2021

DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTES: SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD(Primera Semana del Salterio)


        Aunque solo este domingo lleve su nombre, todos los domingos del año litúrgico son domingos de la Trinidad. En este sentido, es un domingo ejemplar. La resurrección de Cristo nuestro Señor ha manifestado la gloria de la Trinidad de Dios: el Padre ha glorificado al Hijo en el amor del Espíritu Santo. La Iglesia católica, cada domingo, glorifica a Dios Uno y Trino, subsistente en tres personas. Pentecostés, al coronar el misterio cristológico, clausura en cierta manera el acontecimiento pascual. Desde ahora, cada domingo, trata de actualizar el “día del Señor” en su triple dimensión de fe, esperanza y de caridad.

        Al mismo tiempo, la Iglesia se reconoce a sí misma y en cada asamblea, como una comunidad de creyentes “reunida en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG. 4). La solemnidad de la Santa Trinidad encierra en sí misma una doxología de la salvación ya consumada y prometida. Con razón la antífona de la introducción de la Misa empieza con un solemnísimo: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”.

       La fiesta se impuso a occidente por causa de los invasores germánicos que invadieron la Galia, España y el norte de África. El arrianismo conllevaba el adopcionismo. De ahí la necesidad de una festividad que celebrase y profesase la perfecta unidad trinitaria y la perfecta igualdad de las tres personas. Primero tuvo un carácter votivo y a partir de la influencia de los benedictinos cluniacenses se impuso el año 1334 por el Papa aviñonense, Juan XXII. Sería un error suponer que se trata de una solemnidad abstracta o una mera lección dogmática. Se trata de vivenciar el bautismo que hemos recibido en el nombre de la Trinidad; también del origen, y al mismo tiempo, destino trinitario de la comunidad eclesial. La liturgia hoy se manifiesta más que nunca como una “liturgia orante”. Todos debemos interiorizar el misterio trinitario en la vida cristiana, en la oración, en el apostolado y en la caridad. La Eucaristía de hoy es obra de toda la Trinidad: totius Trinitatis.

        El Deuteronomio, en la primera lectura, proclama la unicidad del Dios de Israel: El Señor es el único Dios. Un Dios al mismo tiempo compasivo y liberador. Israel es el garante de la fe en el Dios único. El sentido trinitario del salmo 32 fue descubierto en la predicación antigua: insinúa ya la Trinidad cuando habla de la Palabra del Señor que hizo el cielo y del aliento de su boca. La asamblea canta con gozo: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. La Iglesia será siempre posesión del Señor ya que en ella está el Señor: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Así termina el evangelio de Marco, cuyo final hoy se proclama (extrañamente puesto que estamos en el ciclo B). El único Dios de Israel se ha manifestado finalmente como el que ha dado todo el poder, en el cielo y en la tierra, a su Hijo glorificado. Que permanecerá siempre en la comunidad eclesial con la presencia del Espíritu. De esta manera permanecerá con ella hasta el final de los tiempos. La comunidad debe “ir” y “hacer discípulos” a todos los pueblos. Será una comunidad de discípulos misioneros que bautizará a los discípulos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El nombre único de Dios se ha revelado como misterio trinitario sin dejar de ser esencia única y jamás divisible. La predicación de hoy debe insistir en la condición de bautizados en el Nombre de la Trinidad, en la consagración trinitaria por el bautismo. Así se recalca en la Epístola: el Espíritu nos eleva a la condición de hijos de la familia divina y coherederos con el Hijo muy amado del Padre.


Bendito sea Dios Padre y el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros.



¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Deuteronomio. (Dt. 4, 32-34. 39-40) 

«El Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro»


& Salmo Responsorial (32) 

«Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad»


& Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. (Rom. 8, 14-17) 

«Habéis recibido un Espíritu de Hijos de adopción, en el que clamamos: “¡Abba, Padre!”»


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sábado, 29 de mayo de 2021

Lecturas del día 29 de mayo de 2021

SÁBADO DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta semana del salterio)


El Señor fu mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró, porque me amaba.

(Sal. 17, 19-20)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Eclesiástico. (Eclo. 51, 12-20) 

«Daré gloria a quien me ha dado la sabiduría»


& Salmo Responsorial (18) 

«Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón»


X Lectura del evangelio según san Marcos. (Mc. 11, 27-33) 

«¿Con qué autoridad haces esto?»


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viernes, 28 de mayo de 2021

Lecturas del día 28 de mayo de 2021

VIERNES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta semana del salterio) 


Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo -dice el Señor-.

(Mt. 28, 20)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Eclesiástico. (Eclo. 44, 1. 9-13) 

«Nuestros padres fueron hombres de bien y su nombre vive por generaciones»


& Salmo Responsorial (149) 

«El Señor ama a su pueblo»


X Lectura del evangelio según san Marcos. (Mc. 11, 11-25) 

«Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios»


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jueves, 27 de mayo de 2021

Lecturas del día 27 de mayo de 2021

JUEVES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta semana del salterio)


FIESTA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE.


        Esta fiesta no se encuentra en el calendario de la Iglesia universal: se celebra en las diócesis españolas desde el año 1973. Es fruto de la doctrina del Concilio Vaticano II sobre el sacerdocio de Cristo, que se manifiesta en la Iglesia en el doble sacerdocio (el ministerial y el de los fieles) que se distinguen no por una diferencia de grado, sino de esencia. En muchas diócesis es una jornada sacerdotal.

       Se proclama la institución de la Eucaristía según Marcos. El Señor ciertamente no volverá a beber el fruto de la vida en este mundo, pero la Iglesia beberá el vino nuevo en el Reino de Dios en la Eucaristía. Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía ya está en el Reino de Dios, sub sacramento. Un Reino que es realidad por la Resurrección de Cristo. En la Eucaristía el Señor ejerce su sacerdocio sumo y eterno. La Eucaristía es el sacramento por el cual va perfeccionando definitivamente a los que van a ser santificados (según la carta a los Hebreos proclamada). Los hermanos que han recibido el sacramento del Orden (presbíteros y obispos) significan in medio ecclesiae el sacerdocio de Cristo. El sacramento del Orden pertenece a la Nueva Alianza que Cristo selló con su sangre y que Jeremías, citado en la misma carta a los Hebreos, había anunciado. La respuesta del salmo proclama el sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec. La carta a los Hebreos da una bella e interesante interpretación de estas palabras (Hb. 7, 1-3): Melquisedec, junto a Abel y Abraham, son nombrados en el Canon romano para significar que la ofrenda eucarística es la plenitud de todos los sacerdocios. Una ofrenda que se hace presenta en la Mesa eucarística. La Eucaristía, según la teología dogmática, es presencia y sacrifico. Los ministros ordenados dan corazón, palabra y gesto al mismo Señor, que toma el pan, da gracias al Padre (anáfora), lo parte (fracción) y lo da a su Iglesia (comunión). Esto implica participar de la obediencia del Hijo y tener parte en sus sufrimientos, como canta el verso del aleluya. Con el bautismo (confirmación) y la Eucaristía se constituye y se manifiesta el sacerdocio real y profético de toda la Iglesia. La solemnísima antífona de entrada (Hb. 7, 24) lo proclama: “Cristo, mediador de la nueva alianza, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa”. Es digno de meditarse el Prefacio de la Misa (es el Prefacio de las Ordenaciones) por la belleza teológica de su contenido. 


Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo -dice el Señor-.

(Mt. 28, 20)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Eclesiástico. (Eclo. 36, 1. 4-5a. 10-17) 

«Que sepan las naciones que no hay otro Dios fuera de ti»


& Salmo Responsorial (78) 

«Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia»


X Lectura del evangelio según san Marcos. (Mc. 10, 32-45) 

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado»


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miércoles, 26 de mayo de 2021

Lecturas del día 26 de mayo de 2021

MIÉRCOLES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta semana del salterio)


MEMORIA DE PRESBÍTERO SAN FELIPE NERI 


        San Felipe Neri fue un “loco por Cristo”. Originario de Florencia, fue a vivir a Roma. Vivió pobre entre los pobres, en barrios marginales de la ciudad: de día en los Hospitales y durante las noches en las catacumbas. Recibió la efusión del Espíritu Santo y se manifestó como apóstol, catequista y consejero de almas. Iba siempre con gente de toda condición, que le seguía en sus iniciativas. Con un grupo de sacerdotes fundó el Oratorio. Se ordenó presbítero siendo ya mayor y por obediencia. Siempre se consideró el último de todos y el más indigno de los pecadores.

        La presencia del Espíritu Santo era en él casi por rapto. El carisma que vivió fuertemente fue la alegría; una alegría expansiva, desconcertante y estimulante. Con esta alegría murió. El médico, cuando ya agonizaba en su lecho de muerte (a los ochenta años de edad), le dijo: “Nunca le había visto tan contento como hoy”, y él respondió: “Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor”. A medianoche, en una pobrísima cámara, y habiendo bendecido a los sacerdotes que él había asociado, descansó en el Señor. Es patrón de Roma. Su vida merece ser estudiada. El cardenal John Henry Newman, recientemente canonizado, le era muy devoto.


El buen pastor dio la vida por las ovejas.

(Jn. 10, 11)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Eclesiástico. (Eclo. 36, 1. 4-5a. 10-17)

«Que sepan las naciones que no hay otro Dios fuera de ti»


& Salmo Responsorial (78) 

«Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia»


X Lectura del evangelio según san Marcos. (Mc. 10, 32-45)

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado»


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martes, 25 de mayo de 2021

Lecturas del día 25 de mayo de 2021

MARTES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta semana del salterio)


¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré -dice el Señor.

(Is. 49, 15)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Eclesiástico. (Eclo. 35, 1-12) 

«Quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión»


& Salmo Responsorial (49) 

«Al que sigue el buen camino le haré ver la salvación de Dios»


X Lectura del evangelio según san Marcos. (Mc. 10, 28-31) 

«Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna»


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lunes, 24 de mayo de 2021

Lecturas del día 24 de mayo de 2021

LUNES DE LA VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta semana del salterio)


BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA


        El Papa Francisco, considerando que el título de María, como Madre de la Iglesia, puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, ha establecido que la memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el calendario romano el lunes después de Pentecostés y celebrada cada año. Esta celebración nos ayuda a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la confianza en la intercesión de la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos.


Jesús, desde la cruz, dijo al discípulo que tanto amaba: «Ahí tienes a tu madre»

(Jn. 19, 26-27)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Génesis. (Gén. 3, 9-15. 20) 

«La madre de todos los que viven»


& Salmo Responsorial (86) 

«Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios»


X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 19, 25-34) 

«Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre»


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domingo, 23 de mayo de 2021

Lecturas del día 23 de mayo de 2021

 SOLEMNIDAD DOMINGO DE PENTECOSTÉS, EUCARISTÍA DE LA VIGILIA


        Pentecostés es la plenitud de la celebración de Pascua. Es la Pascua consumada y continuada, perenne. Pentecostés es el último día de la fiesta, el día que hace cincuenta después de Pascua. El último día es la memoria del Don del Espíritu Santo. Los santos Padres enseñan que Cristo ha sufrido pasión y muerte y ha resucitado “para entregar el Espíritu”. Santo Tomás dice que, dando el Espíritu, Dios no da un don inferior a sí mismo, sino que se da a sí mismo. El Espíritu convoca la Iglesia, la une en la diversidad y le regala los dones de la unidad, de la santidad y de la apostolicidad. Desde el primer Pentecostés, Cristo, Sacerdote eterno, es quien convoca incesantemente el Espíritu Santo sobre la Iglesia.

         El Espíritu es también el artífice de los sacramentos. Del mismo modo que vivifica el pan y el vino para que sean el Cuerpo y la Sangre del Señor, vivifica el libro de la Escritura para que sea Palabra viva para nosotros. Dentro de nosotros, en el corazón de cada creyente, es agua viva e impetuosa que clama: “Ven al Padre” (San Ignacio de Antioquía). Por él entramos en comunión trinitaria ya en este mundo, aunque todavía no se ha manifestado la gloria de los hijos e hijas de Dios. Mucho más: la liturgia es la obra conjunta del Espíritu y de la Iglesia. Sin el Espíritu no hay liturgia cristiana. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (Rom. 5, 5). Este mismo amor nos lleva siempre a los pobres: no sin razón, la Secuencia invoca al Espíritu como “Padre de los pobres” (Pater pauperum).   


El último día de la fiesta, Jesús en pie gritó: «El que tenga sed, que venga a mí y beba». Aleluya.
(Jn. 7, 37)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro del Génesis. (Gén. 11, 1-9) 

«Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra»


& Salmo Responsorial (32) 

«Dichoso el pueblo que Dios se escogió como heredad»


& Lectura del libro del Éxodo. (Éx. 19, 3-8. 16-20b) 

«El Señor descendió al monte Sinaí a la vista del pueblo»



sábado, 22 de mayo de 2021

Lecturas del día 22 de mayo de 2021

SÁBADO de la VII SEMANA DE PASCUA, (Tercera Semana del Salterio) 


        Como decíamos ayer, terminamos el libro de los Hechos de los Apóstoles. Pablo llega a Roma y queda en prisión preventiva. Incluso en aquellas condiciones predica el Reino de Dios y enseña todo lo referido a Jesús. Y allí permanece por dos largos años. El relato termina de manera enigmática. Propiamente, el libro de los Hechos no tiene colofón. Algunos sostienen que el libro se termina allí donde finaliza históricamente el relato (no hay que narrar lo que todavía no ha ocurrido), pero otros afirman que el libro no tiene final porque cada comunidad está llamada a continuar los Hechos. Es entonces un libro que no quedará terminado hasta que venga el Señor, de la misma manera como se marchó, ante los viri Galilae, sobre las nubes: en la gloria del Espíritu Santo (Hch. 1, 11). Hasta entonces la misión no terminará. Queda claro que la historia teológica de la Iglesia (la historia de los discípulos, no de la institución) llega a su plenitud en el Reino.

        También hoy se proclama el final del evangelio de Juan: evangelio del discípulo que da testimonio y lo ha escrito. Es la figura del discípulo amado, aquel que se queda siempre, porque “la Iglesia del Amor” precede a “la Iglesia del ministerio”. Aquella, significada en el discípulo amado, es evidente que Jesús quiere que se quede, no sólo por un tiempo, sino hasta que yo venga (Jn. 21, 22-23). Es necia la opinión de que Juan no morirá: se trata más bien de que el amor encarnado por el discípulo perdure hasta el final de la Historia. Un discípulo que ama, porque ante es amado. La Iglesia sobrevive a través de él. Él simboliza aquel permanecer del amor de Jesús en nosotros: permaneced en mi amor (Jn. 15, 9). De otra forma, la Iglesia desaparecería. Santa Teresa de Lisieux lo describirá así siglos después: “Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que, si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre…” (Manucristo B, 3vº). Todos los aspectos organizativos y pastorales de la Iglesia no son nada si no permanece en el amor del Señor, como sostienen los místicos, entre ellos san Juan de la Cruz: “el más pequeño acto de amor tiene más mérito a los ojos de Dios y es más provechoso a la Iglesia y a la ánima misma que todas las demás obras juntas” (Cántico Espiritual B 29, 2). Este amor es libertad pura; un amor sobre el cual no es lícito interrogar (¿y a ti qué?) puesto que es la libertad soberana del amor, como el viento, no e sabe de dónde viene y a dónde va (Jn. 3, 8). Sin embargo, a todos le Señor nos dice: Tú, ¡sígueme!


El Espíritu Santo me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando -dice el Señor-. Aleluya.

(Jn. 16, 14)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 28, 16-20. 30-31) 

«Permaneció en Roma, predicando el reino de Dios»


& Salmo Responsorial (10) 

«Los buenos verán tu rostro, Señor»


X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 21, 20-25) 

«Este es el discípulo que ha escrito esto, y su testimonio es verdadero»


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viernes, 21 de mayo de 2021

Lecturas del día 21 de mayo de 2021

VIERNES de la VII SEMANA DE PASCUA, (Tercera Semana del Salterio)


        En las Iglesias donde se celebre mañana la Misa Vespertina de la Vigilia de Pentecostés, como será en la nuestra, a las 19 horas, leeremos juntas, tanto hoy como mañana (que serán las lecturas que os envíe mañana), tanto la relativa a los Hechos como la que pertenece al Evangelio de san Juan, del sábado VII del Tiempo de Pascua que marca la liturgia. Estas lecturas contienen durante hoy y mañana la conclusión de los dos escritos que hemos ido leyendo a lo largo de la Cincuentena Pascual y sería como perdernos el final de una interesante película o de un buen libro, la mejor película, el mejor libro que podía llegar hasta nosotros. Si omitimos estos escritos, ambos quedarían inconclusos.

        En la primera lectura, cuando Pablo apela a Roma (es una lástima que se haya omitido el texto precedente), el gobernador Festo presenta su caso al rey Agripa y a su esposa Berenice a su llegada a Cesarea. Tal como hicieron Pilato y Herodes con el Señor, expone el caso desde el estricto ius romanum. Llama la atención que Festo describa a Pablo como alguien que habla de un tal Jesús, ya muerto, que él sostiene que está vivo. El litigio no se ha resuelto y Pablo, que había apelado al César, queda en la cárcel hasta el momento de remitirlo al emperador, es decir, a Roma.

        En el Evangelio, el último capítulo de Juan, el veintiuno. Jesús pregunta a Pedro si le ama, y se lo pregunta tres veces, porque tres veces había negado al Señor. Al final, de manera conmovedora, Pedro humildemente remite su amor al conocimiento de Jesús: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. El ministerio apostólico se fundamenta en un acto de amor que abarca toda una vida: Apacienta mis ovejas. Es toda la existencia de Pedro la que se convierte en un único y sublime acto de amor a su Señor.


Cuando venga el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena -dice el Señor-. Aleluya.

(Jn. 16, 13)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 25, 13b-21) 

«De un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo»


& Salmo Responsorial (102) 

«El Señor puso en el cielo su trono»


X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 21, 15-19) 

«Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas»


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jueves, 20 de mayo de 2021

Lecturas del día 20 de mayo de 2021

 JUEVES de la VII SEMANA DE PASCUA, (Tercera Semana del Salterio)


       Pablo, prisionero, es llevado ante los ancianos y el Sanedrín de Jerusalén. El altercado entre fariseos y saduceos vuelve a aflorar. El tribuno se lo llevó al cuartel. Allí el Apóstol escucha la palabra del Señor: El testimonio que has dado en Jerusalén (…) tienes que darlo en Roma. Es una etapa más de su camino y forma parte de los sufrimientos que el Señor le mostró el día de su conversión: por causa del Nombre. Fue un largo camino el recorrido por Pablo, un camino que culminará en Roma con el último y mayor testimonio: el martirio.

            La tercera sección de la “Oración Sacerdotal” está dedicada a los futuros discípulos, es decir, a nosotros. Los discípulos de todos los tiempos son u don del Padre para el Hijo y también del Hijo al Padre. Deben permanecer en la unidad y en el amor de la santa Trinidad. Son las últimas palabras del Señor a la Iglesia: desde ahora ya no habrá más, será el Espíritu quien recordará sus palabras y la guiará. Todo radica en un conocimiento de amor, de puro amor. Toda la misión del Verbo y del Espíritu radica en esas últimas palabras de Jesús a la Iglesia: Para que el amor que me tienes esté en ellos y yo en ellos. Este Amor, amor de ambos, es la persona del Espíritu Santo, sustancial al Padre y al Hijo.


Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Aleluya.

(Hb. 4, 16)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 22, 30; 23, 6-11) 

«Tienes que dar testimonio en Roma»


& Salmo Responsorial (15) 

«Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti»


X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 17, 20-26) 

«¡Que sean completamente uno!»


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