sábado, 22 de mayo de 2021

Lecturas del día 22 de mayo de 2021

SÁBADO de la VII SEMANA DE PASCUA, (Tercera Semana del Salterio) 


        Como decíamos ayer, terminamos el libro de los Hechos de los Apóstoles. Pablo llega a Roma y queda en prisión preventiva. Incluso en aquellas condiciones predica el Reino de Dios y enseña todo lo referido a Jesús. Y allí permanece por dos largos años. El relato termina de manera enigmática. Propiamente, el libro de los Hechos no tiene colofón. Algunos sostienen que el libro se termina allí donde finaliza históricamente el relato (no hay que narrar lo que todavía no ha ocurrido), pero otros afirman que el libro no tiene final porque cada comunidad está llamada a continuar los Hechos. Es entonces un libro que no quedará terminado hasta que venga el Señor, de la misma manera como se marchó, ante los viri Galilae, sobre las nubes: en la gloria del Espíritu Santo (Hch. 1, 11). Hasta entonces la misión no terminará. Queda claro que la historia teológica de la Iglesia (la historia de los discípulos, no de la institución) llega a su plenitud en el Reino.

        También hoy se proclama el final del evangelio de Juan: evangelio del discípulo que da testimonio y lo ha escrito. Es la figura del discípulo amado, aquel que se queda siempre, porque “la Iglesia del Amor” precede a “la Iglesia del ministerio”. Aquella, significada en el discípulo amado, es evidente que Jesús quiere que se quede, no sólo por un tiempo, sino hasta que yo venga (Jn. 21, 22-23). Es necia la opinión de que Juan no morirá: se trata más bien de que el amor encarnado por el discípulo perdure hasta el final de la Historia. Un discípulo que ama, porque ante es amado. La Iglesia sobrevive a través de él. Él simboliza aquel permanecer del amor de Jesús en nosotros: permaneced en mi amor (Jn. 15, 9). De otra forma, la Iglesia desaparecería. Santa Teresa de Lisieux lo describirá así siglos después: “Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que, si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre…” (Manucristo B, 3vº). Todos los aspectos organizativos y pastorales de la Iglesia no son nada si no permanece en el amor del Señor, como sostienen los místicos, entre ellos san Juan de la Cruz: “el más pequeño acto de amor tiene más mérito a los ojos de Dios y es más provechoso a la Iglesia y a la ánima misma que todas las demás obras juntas” (Cántico Espiritual B 29, 2). Este amor es libertad pura; un amor sobre el cual no es lícito interrogar (¿y a ti qué?) puesto que es la libertad soberana del amor, como el viento, no e sabe de dónde viene y a dónde va (Jn. 3, 8). Sin embargo, a todos le Señor nos dice: Tú, ¡sígueme!


El Espíritu Santo me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando -dice el Señor-. Aleluya.

(Jn. 16, 14)


¡Paz y bien!

& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 28, 16-20. 30-31) 

«Permaneció en Roma, predicando el reino de Dios»


& Salmo Responsorial (10) 

«Los buenos verán tu rostro, Señor»


X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 21, 20-25) 

«Este es el discípulo que ha escrito esto, y su testimonio es verdadero»


Pulse aquí para leer todas  las lecturas del día, gracias...

Lectura del día

Pulse aquí para leer todas  las lecturas del día, gracias... Pulse aquí para leer el Compromiso del día... Pulse aquí para oír todas las lec...