MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE PASCUA, (Cuarta semana del salterio)
Se omite la noticia de la persecución de Herodes y la muerte de Santiago, también cómo Pedro es liberado por un ángel y la luz ilumina las tinieblas de su cárcel. El pasaje que escuchamos es el inicio de los “hechos de Pablo” y el principio del primer viaje apostólico: Bernabé y Saulo son apartados (puestos aparte) por el Espíritu Santo, en medio de la comunidad de Antioquía, para la obra que el mismo Espíritu les confiaba. La comunidad, por la oración, el ayuno y la imposición de las manos, casi disputa el envío misionero. La barca de los misioneros zarpa hasta Chipre y desde allí a Salamina. El viento del Espíritu les acompaña. Contemplando aquella embarcación donde iban Pablo y Bernabé, canta el salmo: “Oh Dios que te alaben los pueblos”. Los pueblos que serán evangelizados y que conocerán la salvación.
En el Evangelio, Jesús insiste en el hecho de que creer en Él es creer en el Padre, y de que sus palabras no son suyas, pertenecen al Padre, ya que Él es su Palabra, Jesús vive su misión en una total obediencia al Padre. También asegura que Él ha vencido al mundo como luz y, así, el que cree en Él no queda en las tinieblas. Y dice más: No he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. Sin embargo, su Palabra será juicio para el mundo.
Dice el Señor: «Yo os he escogido sacándoos del mundo y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca». Aleluya.
(Jn. 15, 16. 19)
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 12, 24 – 13, 5a)
«Apartadme a Bernabé y a Saulo»
& Salmo Responsorial (66)
«Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben»
X Lectura del evangelio según san Mateo. (Jn. 12, 44-50)
«Yo he venido al mundo como luz»