JUEVES DE LA II SEMANA DE PASCUA, (Segunda semana del salterio)
En el Evangelio se lee: El Padre ama al Hijo y lo ha puesto todo en sus manos. En este “todo” debemos incluir nuestras existencias, la hora presente de la Iglesia y del mundo. Todo está en manos de Jesús, el Señor, por tanto, todo está en buenas manos. Él es el que viene de lo alto, el que viene del cielo y el que da testimonio de lo que ha visto y oído (en su oración). Él también da el Espíritu sin medida porque nunca hay medida ni raquitismo en el amor. Los que creen en el Hijo tienen la vida eterna (Dios mismo) ya en este mundo, ahora.
En el pasaje de los Hechos vemos que la predicación de la resurrección no depende de los apóstoles, sino del mismo Espíritu que los impulsa: con razón deben obedecer a Dios antes que a los hombres. Los que los escuchan no quieren sentirse culpables de la muerte de Jesús. Sin embargo, ellos afirman sin ambages: Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu que da a los que le obedecen. Obedecer a Dios es obedecer a la Verdad, dejarse conducir por el Espíritu de verdad (Jn. 14, 17). Solo entonces el corazón se abre a la purificación del verdadero arrepentimiento y, con ello, su curación (liberación).
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos. Aleluya.
(Mt. 28, 20)
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 5, 27-33)
«Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo »
& Salmo Responsorial (33)
«El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó »
X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 3, 31-36)
«El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano»