MIÉRCOLES DE LA II SEMANA DE PASCUA, (Segunda semana del salterio)
En el Evangelio, lo más inaudito: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él. Entre ellos debemos incluirnos nosotros. Por amor al mundo, Dios ha entregado lo que ama más: su Hijo único. Lo ha mandado a cambio de nada, sin esperar la respuesta de la fe y del amor del mundo. Como por adelantado. Los que no creen en el Hijo se condenan a vivir sus propias tinieblas.
En el libro de los Hechos se relata la liberación del os apóstoles (que estaban en la cárcel, de noche). Son liberados por el ángel del Señor, ya que la Palabra de Dios no puede estar encadenada (2 Tm. 2, 9). De él reciben el mensaje imperioso: ir al templo para explicar al pueblo las palabras de vida. Hay visos pascuales en el relato: la noche, el ángel del Señor y la proclamación del kerygma en el templo, al amanecer. Los apóstoles ni quieren ni pueden dejar de predicar la resurrección del Señor. En el salmo, el verso el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege completa el relato.
Dice el Señor: “Yo os he escogido sacándoos del mundo y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca”. Aleluya.
(Jn. 15, 16. 19)
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 5, 17-26)
«Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo»
& Salmo Responsorial (33)
«Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha»
X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 3, 16-21)
«Dios mandó su Hijo para que el mundo se salve por él»