martes, 29 de junio de 2021

Lecturas del día 29 de junio de 2021

MARTES DE LA XIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Primera Semana del Salterio)


MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS APÓSTOLES SAN PEDRO Y SAN PABLO


Pedro dijo a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

(Mt. 16, 16.18)


¡Paz y bien!



        Todas las Iglesias celebran unánimemente la solemnidad del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. La fiesta de los apóstoles procede de la Iglesia aún indivisa y debe celebrarse con un gran sentimiento ecuménico. Esta fiesta es pues antigua y universal, no sólo en Roma, sino en todo el mundo cristiano. Ciertamente, la Iglesia celerbró esta fiesta antes que la Navidad del Señor. Realmente es un tesoro teológico y litúrgico de todos en todos los Ritos. La liturgia de los apóstoles se revela festiva y, al mismo tiempo, se reviste de una misma gravedad y ponderación. Celebramos el fundamento apostólico de la fe cristiana. Sobre esta fe el Señor edifica su Iglesia. El prefacio es bello y denso y revela el sensus theologicus de la fiesta.

        En el Rito Bizantino precede a la solemnidad “el ayuno de los apóstoles”. El Papa León, en el año 461, explicaba que este ayuno es lo que los apóstoles hicieron, según la tradición de las Iglesias, para que el Espíritu Santo los asistiera antes de iniciar la misión universal. Los textos eucológicos y las lecturas propuestas vienen de la más antigua tradición litúrgica.

        En momento crítico del ministerio de Jesús, propiamente fuera del territorio palestinense, en Cesarea de Filipo, el Señor escucha la profesión de fe de Pedro. Sobre su fe (y la de los discípulos), el Señor puede edificar su Iglesia dándole -por el ministerio de los apóstoles- los medios de salvación. Desde ahora ya puede ir a Jerusalén, a la cruz. El nombre de Simón, el primer apóstol, es cambiado por el nombre de Pedro (Cefas), que significa “roca” y es gratificado por la bienaventuranza de la revelación: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás! Es la roca de la fe apostólica, el primado de Pedro, en el sentido eclesiológico más profundo y esencial. El Señor necesita de nuestra fe para edificar la Iglesia.

        La comunidad, como escuchamos en la primera lectura, deberá rezar por él insistentemente. Pedro será liberado de la noche de la prisión y deberá ir al encuentro de los hermanos y hermanas para confirmar su fe. Adviértase que los verbos de la teofanía son importantes (Date prisa, levántate; Ponte el cinturón y las sandalias; Envuélvete en el manto y sígueme) porque indican la futura suerte de Pedro y su martirio, como le fue dicho (Jn. 21, 18 ss). Ahora sabe que él debe continuar el camino del seguimiento hasta el final.

        La segunda lectura está dedicada al testamento espiritual de Pablo. Toda su vida queda contenida en aquello que escribe: es como la síntesis gloriosa y humilde del siervo del Señor. Ha sido una vida entregada, ofrecida (Yo estoy a punto de ser derramado en libación): el bello combate de la paz y del Evangelio ha terminado, la carrera ha llegado a la meta, y él ha conservado el don más grande (su fe). El Apóstol termina la carta con una doxología que, en cierto modo, es su última palabra a la Iglesia (nosotros). Es la victoria sobre la muerte, es la vida de la fe que suspira por la Vida divina.


& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 12, 1-11) 


«Ahora sé realmente que el Señor me ha liberado de las manos de Herodes»


& Salmo Responsorial (33) 


«El Señor me libró de todas mis ansias»


& Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (2 Tim. 4, 6-8. 17-18)

 

«Me está reservada la corona de la justicia»



X Lectura del evangelio según san Mateo. (Mt. 16, 13-19)

 

«Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los cielos»



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