LUNES de la VII SEMANA DE PASCUA, (Tercera Semana del Salterio)
Habiendo llegado a Éfeso, Pablo realiza la Iniciación cristiana de los creyentes. Es un poco extraño de contar en aquella ciudad creyentes que sólo había recibido el bautismo de Juan (en el Jordán). Pablo les habla del verdadero bautismo (que Juan anunciaba): el bautismo en el nombre de Jesús. Se vislumbra -en el rito del bautismo y de la imposición de las manos- la unidad de los Sacramentos de la Iniciación. Reciben la efusión del Espíritu Santo. Con aquellos doce varones la ecclesia quedaba plantead en Éfeso. Pablo se queda en la ciudad durante tres meses, como solía hacer, predicando con libertad el Reino de Dios.
Se continúa con el salmo 67: Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos. Los griegos y eslavos repiten hasta la saciedad este verso en la liturgia pascual y acuñan estas palabras en la representación de la cruz.
Al final de la conversación, los discípulos quieren precipitar el tiempo y dicen que entienden cuando no entienden nada. La fe que alardean poseer muy pronto será puesta a prueba en la cruz: ellos se irán y lo dejarán solo. Entonces ya no pensarán que Él ha salido del Padre. Con una inmensa ternura y convicción, Jesús les dice que no quedarán totalmente solos, porque el Padre siempre está con él. Cuando todo suceda (la muerte y la exaltación) entonces encontrarán la paz en Él, y más aún: tendrán valor en las luchas del mundo, porque sabrán que Él, con su amor, ha vencido al mundo.
No os dejaré desamparados, volveré -dice el Señor- y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
(Jn. 14, 18; 16, 22)
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 19, 1-8)
«¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?»
& Salmo Responsorial (67)
«Reyes de la tierra, cantad a Dios»
X Lectura del evangelio según san Juan. (Mc. 16, 29-33)
«Tened valor: yo he vencido al mundo»