JUEVES DE LA III SEMANA DE PASCUA, (Tercera semana del salterio)
En la perícopa de los Hechos de los Apóstoles, el bellísimo relato de la conversión del Etíope. Felipe explica al eunuco la verdadera exégesis del texto de Isaías que está leyendo desentrañando el enigma de la identidad del Siervo sufriente de Yahvé. El orden es paradigmático, ya que primero es la fe y luego el sacramento de la fe: ¿Qué dificultad hay en que me bautice? Felipe, como nuevo Elías, es arrebatado por el Espíritu. El eunuco sigue su camino, lleno de alegría, porque Cristo ha entrado en su vida con el sacramento. Felipe continúa su tarea de misionero. Démonos cuenta del protagonismo del Espíritu en los libros de los Hechos de los Apóstoles. El Espíritu siempre tiene la iniciativa. Él pone a Felipe en el camino del funcionario real y cuando termina la misión lo arrebata.
En el Evangelio, en círculos cada vez más anchos, el Señor finalmente dice: el pan que yo daré es mi propia carne para la vida del mundo. Hablaba así al mismo tiempo de su donación en la cruz, perpetuada sacramentalmente en la Eucaristía. La Palabra que el Padre dirige al mundo es le verdadero alimento del hombre, es el “pan del cielo” y, Jesús, como Palabra es este pan, y lo es como Palabra hecha carne y sangre. En la Eucaristía encarnada pues el pan que recibimos es también esta Palabra encarnada: “escuchar, creer y comer” son una misma cosa. Se termina el salmo pascual de ayer, el salmo 65:; “Aclamad al Señor, tierra entera, que canta la universalidad del don de Dios.
Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Aleluya.
(2 Cor. 5, 15)
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 8, 26-40)
«Mira, agua, ¿qué dificultad hay en que me bautice?»
& Salmo Responsorial (65)
«Aclamad al Señor, tierra entera»
X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 6, 44-51)
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo»