LUNES DE LA II SEMANA DE PASCUA, (Segunda semana del salterio)
Durante toda la semana, en el Evangelio, se lee la conversación de Jesús con Nicodemo acontecida de noche. Es una didaskalía sobre el bautismo: Nadie puede ver el Reino de dios si no nace de nuevo. Ciertamente, nadie puede entrar de nuevo en el seno materno para volver a nacer, pero que uno puede entrar en las entrañas de la madre Iglesia para nacer de nuevo por el agua y el Espíritu (en el baño bautismal y por la crismación) es una posibilidad abierta.
En la lectura de los Hechos, la comunidad escucha lo que cuentan de Pedro y Juan, quienes puestos en libertad van al encuentro de los hermanos, en el lugar donde estaban reunidos en asamblea.
Todos oran y toman conciencia que la persecución que sufren está en continuidad con lo que padeció el Señor. Oran explanando el salmo segundo, refiriéndolo a su Señor. La comunidad cristiana empieza a releer la Escritura, especialmente los salmos, desde el acontecimiento pascual. Desde entonces existe una lectura cristológica del salterio en uso en la comunidad del Nuevo Testamento y de todos los tiempos. En Cristo los salmos encuentran el sensus plenior. La oración comunitaria, realmente litúrgica, culmina con la efusión del Espíritu en medio de ellos: así reciben la valentía (parresía) de predicar la Palabra de Dios.
Jesús se puso en medio de sus discípulos y les dijo: «Paz a vosotros». Aleluya.
(Jn. 20, 19)
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 4, 23-31)
«Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios»
& Salmo Responsorial (2)
«Dichosos los que se refugian en ti, Señor»
X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 3, 1-8)
«El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».