LUNES DE LA XII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, (Cuarta Semana del Salterio)
MEMORIA DEL RELIGIOSO DE SAN LUIS GONZAGA
El hombre de manos inocentes y puro corazón puede subir al monte del Señor y estar en el recinto sacro.
(Sal. 23, 4.3)
¡Paz y bien!
Como heredero del marquesado de Castiglione, san Luis creció en un ambiente palaciego propio de su estado durante su infancia y adolescencia. Tenía un carácter vehemente y estaba familiarizado con las artes militares. Era inteligente, apto para las lenguas, las matemáticas, y dotado para la diplomacia. Desde los siete años, según el testimonio posterior de san Roberto Belarmino, que fue su director y confesor, sintió la gracia y el deseo de la oración. En este precioso terreno interior floreció la vocación del seguimiento incondicional de Cristo. A medida que se hacía mayor, cr4ecía el hastío por la vida cortesana y sus vanidades. Estuvo dos años en la corte del rey Felipe II en España. Recibió el don del dominio de sí y buscó la castidad como condición para el seguimiento del Señor. Cuando el joven manifestó su deseo de consagrarse a Cristo sufrió la oposición persistente y casi violenta de su padre. Ayudado por sus confesores, hizo discernimiento espiritual. Finalmente, renunció al marquesado en favor de su hermano Rodolfo, y en el año 1587 entró en la Compañía de Jesús en Roma: “Eligió más la pobreza con Cristo pobre que la riqueza; las ofensas con Cristo ofendido que los honores” (cf. Ignacio de Loyola, Ejercicios 167). Tenía dieciséis años. Después del año de noviciado, empezó los estudios eclesiásticos en Milán y en el Colegio Romano. Había recibido los dones de la oración y de la humildad, y jamás quiso destacar su linaje de procedencia, buscando siempre lo más pobre y los quehaceres más humildes-
A principios del año 1591, la peste asoló la Ciudad Eterna y con sus compañeros religiosos, se dedicó a la atención de los apestados con suma caridad y diligencia. Él mismo los recogía de la calle para llevarlos a los hospitales. Afectado de un cansancio orgánico, enfermó gravemente. Las últimas semanas quedó silencioso y abrazado al crucifijo. Se le oía decir: “Quiero salir de este cuerpo y estar con Cristo”. Luis era un muchacho que, tocado por la gracia, optó por Cristo en la escuela del discernimiento ignaciano. La oración colecta de la memoria es preciosa: “Dios, autor de los dones del cielo, que en san Luis Gonzaga has unido penitencia con admirable pureza de vida, concédenos, por sus méritos e intercesión, que, si no le hemos seguido en la castidad, lo imitemos como penitente”. Es patrono de la juventud católica.
& Lectura del libro del Génesis. (Gén. 12, 1-9)
«Abrán marchó, como le había dicho el Señor»
& Salmo Responsorial (32)
«Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad»
X Lectura del evangelio según san Mateo (Mt. 7, 1-5)
«Sácate primero la viga del ojo»