MIÉRCOLES de la V SEMANA DE PASCUA, (Primera Semana del Salterio)
El primer viaje apostólico de Pablo (como se ve en el libro de los Hechos de los Apóstoles) no fue ninguna marcha triunfal. En la ciudad es apedreado por los irritados judíos que había subido de Antioquía (de Panfilia) y de Iconio, dándole ya por muerto. El apóstol, incansable y tenaz (llevaba el Espíritu dentro) continua su periplo por la región y sube hasta Listra. Desde allí, de nuevo a las ciudades de Antioquía e Iconio para confirmar la fe de las incipientes comunidades. Llama la atención que las tribulaciones que pasa son para entrar en el Reino de dios, tal y como el Señor advirtió a los discípulos en su día (Mc. 10, 24), y por causa del nombre de Jesús como se le insinuó a él mismo a través de Ananías (Hch. 9, 16). Desde allí retornan a la ciudad de donde habían partido y de donde la comunidad le había encomendado a la gracia de Dios. Es el fin de este primer viaje misionero. Ante la comunidad dan testimonio de lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo abría a los gentiles la puerta de la fe. Una puerta que ya nunca se cerrará. Se da un dato precioso: en cada comunidad designaban presbíteros. El ministerio apostólico como don se difunde. En el salmo, la respuesta: Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado, se refiere claramente a Bernabé y Pablo, “amigos fuertes de Dios” en lenguaje teresiano.
Ha resucitado el Señor e ilumina a los que hemos sido redimidos con su sangre. Aleluya.
¡Paz y bien!
& Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (Hch. 15, 1-6)
«Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia»
& Salmo Responsorial (121)
«Vamos alegres a la casa del Señor»
X Lectura del evangelio según san Juan. (Jn. 15, 1-8)
«El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante»